Solo
Era de noche, la luna iluminaba la ciudad, se podía escuchar el sonido de los carros asimismo las gotas de lluvia que caían con fuerza al piso.
Un joven caminaba lentamente por las oscuras calles del lugar, mientras se preguntaba a sí mismo "¿Qué es lo que había hecho mal para merecer aquello?".
Quería derramar lágrimas pero su orgullo no le permitía, se sentía dolido .
Hoy no era su día definitivamente.
Sus pasos no tenían rumbo alguno. Ahora; ¿Qué iba ser del pelinegro, si ahora lo había perdido todo?
Se detuvo. Parsimoniosamente levantó la cabeza. Cerró sus ojos y cautelosamente las volvió a abrir.
"No. No estaba soñando", se decía.
Jamás volvería a ver a su hermano. Se había quedado solo. Sin padre, sin madre y ahora sin hermano.
Se sentía culpable, tal vez estaba exagerando, pero él se sentía así.
No sabía el porqué, pero eso era lo que pensaba.
Siguió su camino pensando en las cosas que se había prometido antes de la partida de su compañero, amigo y rival.
Siempre le tuvo envidia, mientras su hermano vivía felizmente recibiendo elogios de todo el “mundo”. Él se sentía pésimo, también abatido. Pasaban los años y empezaron a sentir “odio” mutuo, luego de la muerte de sus padres, los dos tomaron caminos separados.
Prometieron que nunca más volverían a cruzarse.
Como era de esperarse no volvieron a hablar, asimismo, jamás volvieron a verse; hasta el día de hoy.
Verlo allí, encerrado en un ataúd no era lo que él había deseado.
Por fin entendía todo, nunca puedes odiar a alguien, sea quien sea, simplemente tu conciencia no te lo permite.
Lo más cruel es que seguirán cumpliendo la promesa que hicieron y esta vez solo la muerte podrá juntarlos nuevamente y entonces así, los dos hermanos podrán descansar en paz.
Autora:
Miriam Ochoa P.
Espero que haya sido del agrado de todos.
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